miércoles, 20 de enero de 2016

ACTIVIDAD BLOQUE 2 CORREGIDA

ADAPTACIÓN DEL CUENTO TODA CLASE DE PIELES


Edad a la que va dirigida:
Creo que la edad edad adecuada para esta adaptación seria la comprendida entre alumnos de 4º, 5º y 6º de Primaria. ¿Por qué? Creo que al tratar un tema medieval, esta edad es buena ya que están o han trabajado ya esta etapa, por lo que comprenderán mejor la historía. Además, al haber introducido nombres, les será más fácil de seguir y entender. Más tarde explicaré los cambios realizados. A continuación, os dejo con el cuento: 

Erase una vez, en un país poco lejano, vamos que no estaba muy lejos para que me entendáis, dos reyes, Robert y Sersei, que estaban completamente enamorados. Tenían todo lo que les hacía falta para ser muy, pero que muy felices. Poseían todo el oro que quisieran, un castillo enorme y precioso, muchos sirvientes que les trataban como a los mejores reyes del mundo y, ¡hasta dos carruajes de última generación!, se podía decir que tenían uno de los mejores reinados del mundo. 

Un día, Sersei se paró a pensar que ya era hora de tener hijos con los que disfrutar su inmenso y maravilloso reino y con los que compartir su amor. Sin más dilaciones, se lo dijo enseguida Robert, al que le pareció una estupenda idea.

Tras una larga espera de 9 meses, la reina dio a luz a su primera hija. Era la niña más hermosa jamás vista en aquel reino. Era más hermosa incluso que su madre, que hasta el momento, había sido la mujer más hermosa de la tierra.

La reina tuvo un parto muy complicado y en aquellos tiempos no se conocían los métodos adecuados para realizaros. Estando ya muy débil, unos meses después del parto, la reina Sersei llamó al rey para despedirse. Le dijo cuánto le amaba y le pidió un último deseo: que permitiera a su hija escoger el amor de su vida libremente, ya que ellos no habían podido, aunque se amaran. Además, la reina le dio un pequeño paquetito de tela con sus dos tesoros más preciados, su anillo de bodas y el diamante mas precioso jamás visto, que le regaló su madre al nacer, para que se la diera a su hija el día que tuviera la edad suficiente para comprender lo que su madre la había amado, es decir el día en el que la princesa dejase de ser una niña para pasar a ser una mujer.
El rey se despidió de la reina mirándola fijamente a sus preciosos ojos, con un abrazo eterno y el beso más bonito que le había dado nunca.

Robert cayó en una fuerte depresión que le duró varios años. Cuando pasó un tiempo, todos sus consejeros le comunicarón que su hija, que ya estaba preparada, tendría que casarse, ya que si no el reinado perdería fuera. Robert, aún dolorido por la muerte de Sersei, y siguiendo con una gran depresión, no se lo pensó dos veces, y decidió que casaría su hija con Jhon, un caballero desgaradable y nada querido por la corta, pero que poseía tierras y era un gran amigo del re, que además le debía un par de favores. Robert había caído en la locura.


Entones, sin más dilación, el rey bajó a los aposentos de su hija Aria, que ya era toda una mujer, y le comunicó su decisión. Esta no se lo podía creer, sabía que su padre había caído en la locura pero no se imaginaba que llegara a esos límites. Ella, por supuesto se negó, pero el rey la dijo que el era quien mandaba, y que debía cumplir sus órdenes. Entonces, Aria le dijo que si quería que se casase con Jhon, este debía traerle tres regalos, debían ser tres vestidos uno tan dorado como el sol, otro, tan plateado como la luna y por último, uno tan brillante como las estrellas. 


Entonces, Robert se lo dijo a Jhon y este se puso manos a la obra. Buscó, rebuscó, y volvió a buscar hasta en la taberna más recóndita del reino para encontrar los vestidos hasta que al fin los consiguió. Una vez los tenía, este fue a entregárselos a su hija Aria, como ella había pedido. Convencido de que su hija aceptaría, Robert se quedó alucinado cuando esta le pidió tan solo una cosa más....tendría que traerle un abrigo de toda clase de pieles. Robert, indignado, se fue refunfuñando de lo aposentos de su hija. Al día siguiente, el rey ordenó la mayor cacería mayor vista en todos los reinos. Cazadores llegados de todos los lugares acudieron a la llamada del rey. Este les dijo que tenían un plazo de una semana para traer un ejemplar de cada animal que existiese. Estos se pusieron manos a la obra, ya que disponían de poco tiempo para realizar tan complicada misión.

Pasada una semana, todos los cazadores a los que el rey había convocado regresaron a palacio cargados con todos los animales que existían. Entonces, el rey llamó a las modistas del reino, para que diseñaran el abrigo más bonito jamás visto, compuesto por un trocito de piel de cada animal existente. Una vez acabado, y no tras una fácil labor, el rey entregó a su hija el abrigo. Aria no tuvo más opción que aceptar la boda, a cambio, Robert le dio el paquete con el anillo de bodas y el diamante jamás visto, que Sersei quería que su hija tuviese cuando se casara. 

En Invernalia, las bodas duraban alrededor de una semana. Había banquetes, bailes, festejos, torneos...Durante esa semana, acudieron a palacio muchos sirvientes, juglares, bufones y demás gentes de todo el reino.
Una noche, después de finalizar uno de los grandes banquetes, y cuando todos estaban hartos de comer y beber, Aria encontró el momento perfecto para su huida. Cogió los tres vestidos y los guardó en un sacó, se puso el abrigo de toda clase de pieles y se escabulló entre la noche sin ser vista. Corrió y corrió entre los bosques durante días, para que nadie la pudiese encontrar, hasta que calló desvanecida en el bosque.

Un día, Aria despertó en un lugar desconocido, oscuro y sucio. Estaba vestida con su abrigo de toda clase de pieles, y tenía su saco con los tres vestidos al lado. De repente un hombre entró en el cuarto y la llevó a una gran sala. Era un palacio y al fondo, en un trono de hierro, un apuesto príncipe se encontraba apostado en el. ¡Aquí os traigo a la nueva sirvienta príncipe Loras! dijo aquel hombre. El príncipe la miró, y aunque Aria estaba sucia y tapada por la capucha del abrigo, el príncipe observó que escondía una gran belleza. Aun así, no dijo nada y le mandó al hombre llevarla a su cuarto de nuevo.

Cuando Aria volvió a su cuarto, comenzó a darse cuenta de que aquel príncipe sería el amor de su vida, pero para ello tendría que conquistarle.
Está pensó que podría aprovechar la última visita que le hacía al príncipe durante el día, ya que era la encargada de llevarla la bebida que el príncipe necesitaba para dormir. Tenía un efecto inmediato, y Loras dormía profundamente al minuto de haberla tomado. Es entonces, cuando Aria aprovechó para dejar el primer regalo en el cajón de la mesilla de noche, el diamante más bonito jamás visto. 

A la mañana siguiente, el príncipe Loras abrió el cajón para coger sus collares, y fue entonces cuando encontró aquel precioso anillo. Se quedó mirándolo admirado, pero enseguida se planteo quien lo pudo haber puesto ahí. Jamás sospechó de Aria, puesto que solo era una sirviente con un abrigo sucio y oscuro.

Al día siguiente, Aria repitió el mismo proceso, y esta vez dejó el anillo de bodas de su madre, en el cajón del príncipe Loras.

He de decir que Aria, cuando estaba en su cuarto se aseaba y vestía cada día con uno de sus majestuosos vestidos, pero cuando llegaba la noche, se teñía de negro y se enfundaba su gran abrigo, su abrigo de toda clase de pieles. La tercera noche, Aria dormía profundamente cuando de repente llamaron a su puerta. Se le había hecho de noche, y no le había dado tiempo a cambiarse. Entonces, cojió un poco de arena del suelo y se la restregó por la cara, rápidamente se puso el abrigo sin haberse quitado el vestido y salió del cuarto. Tenía que llevarle la bebida nocturna al príncipe Loras, sin embargo la dijeron que esta vez fuera a los salones de palacio.

Allí la esperaba el, sentado en el trono de hierro. Aria se acercó, y fue entonces cuando Loras sacó de su bolsillo el anillo. Aria se quedó quieta, mirándole fijamente. Entonces Loras la dijo: Por favor, dime tu verdadero nombre chica. Aria-respondió ella. Aria, dame tu mano.

Fue entonces cuando el príncipe colocó el anillo en el dedo de Aria el cual encajaba a la perfección. Loras se había enamorado de Aria, y Aria de él y sabía que era ella quien le dejó esos regalos. Fue entonces cuando sacó el diamante, colgado de una preciosa cadena de plata, y retiró la capucha de Aria. Descubrió el bonito rostro que se escondía, y colocó el diamante en su cuello.

Así fue como Aria y Loras contrajeron matrimonio, unidos por un destino llegado de todas las partes del mundo...




Cambios realizados:

-La madre no muere en el parto, lo hace un tiempo más tarde.

-Se elimina el incesto, considerado inoportuno para alumnos de Primaria. 

-Se mantiene el hilo conductor de la historia, pero se eliminan y cambian ciertas partes para darle nuevo sentido.

- El final no es el mismo de todas las noches, el príncipe descubre que es realmente toda clase de pieles quien le deposita los regalos y deciden casarse.



Creo que los cambios están bien realizados para dirigir la actividad a los cursos desde 4º hasta 6º. Se podrán adaptar alguna cosa si ve necesaria, pero en general creo que se adapta bien al lenguaje y expresión requerida para estos cursos.




















4 comentarios:

  1. Se reconoce que es el cuento de "Toda clase de pieles", pero en la adaptación, la primera norma que teníamos, era la de cambiar el motivo de la huida por cualquier otro que no fuera el incesto. En esta adaptación el padre sigue queriendo casarse con su hija.
    Me gusta mucho la parte de la huida de Aria.
    Por último, daría alguna utilidad o haría algo para mencionar los vestidos, cuando el príncipe le quita la capucha a Aria por ejemplo.

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